
Me textea y me pregunta si tengo planes para el día siguiente, porque quiere preparar un pescado como se lo hacía su mamá, y quiere que yo vea el proceso y forme parte de él. Reviso mi schedulle y veo que estoy free, le digo que sí, que allí me tendrá.
Llego y me reciben tres parguitos hermosos que han sido previamente sazonados el día anterior, junto a Elisa, con todo ya listo para comenzar a cocinar. No sin antes decirme: «te he separado bibliografía que tengo sobre la llegada de los chinos a Cuba para que la revises». Nos sentamos en el sofá un momento y me muestra fotos de su familia, una revista Bohemia que contiene un escrito sobre los inmigrantes chinos en la isla y un plegable que se imprimió en Cuba hace unos años a raíz de la conmemoración de la llegada de los primeros chinos a La Habana en 1847. Me hace historias del barrio chino, me cuenta de su familia, de la educación que su madre y su padre le dieron, de las costumbres, las comidas. Pienso en la suerte que tengo.
Me doy cuenta por qué en mi familia nadie aprendió el idioma cuando me dice «el idioma se aprende de madres a hijos, son las madres las encargadas de esto en las familias chinas». Me dice que en su casa ella y sus hermanos aprendieron a hablar chino antes que el castellano. Que su mamá no les permitía expresarse si no era en chino y que siempre tuvo la idea de volver a su país.
Nos ponemos entonces a cocinar mientras me sigue contando anécdotas de su casa y su familia asiática. Me percato de cuánto disfruta en el proceso, del nivel de detalle que le pone a pesar de que todo lo cocina «a ojo». De lo rápida que es. Presto atención e intento medir con la vista las cantidades. Tomo nota de lo que puedo apresuradamente en el celular. Decido olvidarme del aparato y me centro y grabo en mi memoria lo más que puedo de ese instante.
Pruebo su pescado entonces y confirmo que todo lo que me ha dicho mientras cocina es cierto: que la maicena suaviza, que los frijolitos que hemos usado (y que en mi vida había visto) le dan sabor como si fuera un condimento y que el aceite de sésamo le da un toque de aroma al final a las preparaciones que es difícil de no sentir. Me acuerdo de aquello de que al comer todo empieza en realidad en el olfato, no en la boca. -Serán listos los chinos?!- me digo a mi misma. Le pregunto que cómo se llama este plato y me mira y me dice sin dudar «bueno, esto es un pescado a lo chino»
Y comemos, disfrutamos, y conversamos.
Pescado a lo chino
Ingredientes:
(para 4 personas)
- 3-4 pargos enteros no muy grandes
- 2 dientes de ajo en láminas
- 2 cucharadas de salsa soja light
- un poquito de jengibre en polvo o natural
- 1 cucharada de maicena
- 3-4 cucharadas de ron fuerte
- frijoles de soja chinos
- un poquito de agua si hiciera falta
- un poquito de azúcar
- sal al gusto
- pimienta blanca al gusto
- aceite de sésamo
- aceite de girasol
- 2 ramitas de cilantro o cebollino
Preparación:
- Se limpian los pescados si es que no están ya limpios y se salpimentan, se cubren con papel film y se dejan en adobo hasta el día siguiente.
- El día que se vayan a cocinar, en un bowl se mezclan muy bien todos los demás ingredientes menos los frijoles, el aceite y el cilantro.
- En una sartén grande se rocía un poco de aceite y una vez caliente se ponen a dorar los pescados por ambos lados hasta que estén casi listos.
- En ese momento se le añade la salsa y se deja reducir un poco. Añadir entonces los frijolitos negros y seguir reduciendo mientras se rocían los pescados con la salsa para que se absorban los sabores.
- Una vez listos se retira del fuego y al momento de servir se le añaden una gotas de aceite de sésamo y el cilantro (o el cebollino) picadito por encima.
El ingrediente estrella de hoy:

Los frijoles chinos: Son en realidad frijoles de soja negros que se han remojado en agua, se han cocido al vapor y luego se han conservado en sal y se han aromatizado con jengibre. Yo los he probado tal cual vienen en el bote, bajo el «warning» de Elisa de que a lo mejor no me gustaban pues en teoría a algunos paladares les resultaban de olor y sabor fuertes. Cuento corto: a mí me han encantado! Se usan como condimento según me explica, ella los ha lavado un poco primero con agua y luego los ha añadido directamente a la preparación. Aquí se encuentran con el nombre de Yang Jiang Preserved Beans. Ahí les dejo una foto de cómo lucen.
Parece delicioso! Gracias por tu trabajo duro y amor en dividir estas recetas tan maravillosas❤️
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Me has llevado junto contigo a casa de Elisa y creo he sentido esos olores deliciosos. Gracias por llevarnos una vez más a tus andadas.
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Yo tambien cocino mis comidas asiáticas con aceite de sesame. Estas historias me trasladan a mi familia. Tambien le preguntábamos a mi abuelo porque no hablaba chino y decía que su papa nunca le enseño. Como que ya voy entendiendo de donde viene el asunto.
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Viste!!? Nos hemos quedado igual Jijijij
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