Muchas son las veces en que he hablado sobre el oficio de cocinero, de cuánto lo respeto y admiro y de cuánto lo pongo en valor.
Hoy simplemente voy a hablar de cosas que nos molestan y que nos alegran a los que cocinamos. Es mi apreciación obviamente, pero entiendo que algunas de estas fricadas son compartidas por los que nos gusta cocinar. Dicho esto, y asumiendo toda la responsabilidad, me tiro a la piscina entonces.
Lo que nos molesta:
-Yo creo que lo que más, es que nos dejen comida en los platos. Eso significa ofensa máxima y motivo de disgusto. La razón que tenemos en nuestras cabezas es simple: si se dejó algo, es que no estaba bueno!
-Que los ingredientes que vamos a utilizar no estén frescos. Ver unas verduras mustias o una carne añeja es para los que cocinamos motivo de desesperación. Somos perfectamente conscientes que buena parte del éxito de un plato está en la frescura y calidad de sus ingredientes. Por tanto cuando esto no lo podemos garantizar nos cabreamos.
-Que se sirva la comida y por el motivo que sea se deje enfriar. Yo en particular soy el ejemplo clásico de alguien que se enfada, y mucho! cuando los platos ya están en la mesa servidos y por H o por B la gente no está lista. Con el tiempo he aprendido que además de echar la bronca, que lo hago, también es mejor aplicar el truco de no servir nada hasta que cada uno de los comensales tenga sus glúteos bien dispuestos en sus respectivas sillas 😉
-Que se demonicen ingredientes de toda la vida. Esto molesta, y mucho. Los que cocinamos sabemos que todo es un equilibrio. Si dejas algo muy grasoso se notará, si dejas algo demasiado dulce, también se echará a ver, para qué hablar de lo salado. Pero de ahí, a encontrar problemas en cada ingrediente que la pacha mama pone a nuestra disposición va un tramo, y muy grande.
Lo que nos alegra:
-Lo primero va en correspondencia con el primer punto de lo que nos molesta, pero en el sentido inverso. Yo creo que de las cosas que más nos contentan es que los comensales pidan más comida y se animen a repetir plato. Incomparable sensación, para que voy a decir más.
-Conocer o probar nuevos ingredientes. Aunque a veces uno se lleva sorpresas no agradables creo que la mayoría de las veces que se prueba algo nuevo siempre se gana, además de que le hacemos un favor a nuestro paladar y a nuestra memoria pues le estaremos dando «trabajo».
-Que alaben tus platos explícitamente. Esto siempre me saca una sonrisa, me alegra el día, y me anima a cocinar más. (ahí les dejo el dato)
-Que te llame o te escriba tu ex jefe de cuando te dedicabas a algo nada que ver con la cocina (hace más de 15 años atrás), para preguntarte sobre tal o cual ingrediente o sobre alguna preparación. Joer, que felicidad de verdad, que felicidad! No puedo ni expresar con palabras (y se que suena cursi), lo que siento cuando veo que lo que preparo o escribo tiene un impacto en los demás. Eso es lo máximo, de verdad.
Como ven los cocineros no somos robots sino seres humanos que dedicamos muchísimo tiempo a la cocina porque nos gusta y que como pueden comprobar nos tomamos las cosas muy en serio. Segura estoy de que hay más motivos de disgusto o de felicidad. Que se nos eche a perder una preparación es frustrante, que nos salga un plato de diez y alguien que sabe mucho de cocina lo valore como tal es por el contrario una sensación de felicidad sin igual. Lo importante para los que cocinamos es seguir haciendo felices a los demás a través de la comida. No hay más. Y de ahí pues los cabreos o los saltos de alegría, que así de intenso es este oficio si señor.
Y por cierto, también nos alegra mucho que alguien cocine para nosotros. Lo digo por si alguien quiere tomar nota 🙂
que delicadesa de decir: carne aneja jiji excelete post
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😂 gracias!!
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