Una de las cosas que más me golpeó de vivir en Chile fue la temporada invernal. Todo muy bonito hasta que llegó el crudo invierno. Es duro para un caribeño asimilar un cielo gris por meses, además de bajas temperaturas y todo lo que ello conlleva.
Verme salir a trabajar en invierno no tenía desperdicio. Para empezar tuve que aprender cómo vestirme para esa temporada. A la fuerza aprendí que unos simples jeans no aplicaban, y que aquello a lo que en Cuba le llamábamos abrigo tampoco hacía match con esas temperaturas. Gracias a ropa que me fueron regalando, abrigos que me dieron amablemente y una parca que recuerdo patente hasta el día de hoy pude sobrevivir a aquel primer invierno de mi vida. Puede que algunos amigos chilenos que en ese entonces me asesoraron y abrigaron no sepan al día de hoy lo súper agradecida que les estoy y estaré siempre.
Una de las cosas que también descubrí es que también hay que aprender a comer para sobrellevar el invierno. Aquellas cazuelas de pollo, o los porotos, o el mismo vino, que ayudan muchísimo a calentar el esqueleto, se van incorporando a medida que cambia la temporada. Además aprendí a tomar té, mucho té. El principal objetivo? calentarme las manos con la taza! todo un clásico que todo chileno entenderá. Primero tomaba café en la oficina, pero aquel «noescafé» aguachirri nunca me enamoró, así que me cambié buenamente al té y sigo fiel hasta el día de hoy.
Otras de las cosas que jamás olvidaré y que me encantaban eran las llamadas «sopas para uno», que al principio no entendía bien de que iba el tema pero cuando vi lo ricas que eran y el calorcito que te dejaban pues me hice fan. Eran unos sobrecitos que vendían (y que seguro siguen vendiendo) y que traían una especie de polvito dentro. Una sopa instantánea vamos. Uno calentaba una taza de agua, si, justo la medida de una taza como las de te o el café, y una vez bien caliente el agua le añadías la mezcla. Madre mía que buen invento! Y no lo he visto en ningún otro país, así que las «sopas para uno» las echo en falta donde sea que esté y haya frío.
Esta sopita de hoy me ha recordado a esas sopas, porque me ha quedado el caldo con un saborazo que no he podido aguantar la tentación y antes de servir la sopa en sí, pues he agarrado una taza de te y me he servido solo caldo, y me he dado el gusto de beberlo como si en Chile estuviera, y me ha vuelto a la mente todos esos recuerdos, que aunque fríos, igual fueron lindos.
Hay que decir que este plato es de aprovechamiento, es decir, he sacado comida que me ha quedado de un día antes (cosa en que los cubanos somos expertos), que no me daba para alimentar a toda la tropa, pero que a través de una sopa si.
Les dejo entonces con este invento.
Sopa para muchos
Ingredientes. (para 2-3 personas)
-1/4 de pechuga de un pollo asado con papas del dia antes.
-todas las papas sobrantes
-todo el caldo de la cocción del pollo asado (desgrásalo si es necesario)
-1/2 lata de maíz en conserva.
-un puñado de fideos.
Preparación:
-Desmenuza la carne de la pechuga
-Pon el caldo, las papas, y el pollo desmenuzado en una olla y añade agua hasta cubrir o a gusto (según lo espesa o no que quieras la sopa)
-Pon al fuego.
-Cuando empiece a hervir añade los fideos y cuécelos según diga el envase.
-Apaga el fuego y añade el maíz.
Tip:
-La clave de cualquier sopa o crema es el caldo o fondo que utilices para ello. Asegúrate que la base que uses sea potente de sabor y a partir de ahí cualquier cosa que prepares con ello te quedará de diez. Hacer un fondo de pollo es muy fácil, basta con una carcaza de pollo o unas piezas de pollo, un poco de verduras (cebolla, apio, zanahoria, un poco de pimienta e hierbas aromáticas) Y nunca añadas sal, la sal se le pone al final a la preparación en sí, no al caldo.
El ingrediente estrella de hoy: El pollo
Buena fuente de proteínas y de alegrías diría yo. En el dilema de averiguar quién fue primero si el huevo o la gallina, lo cierto es que la mayoría de los mortales no podemos vivir sin ninguno de los dos. Regalazo de la pachamama. Versátil, sano, rico y nutritivo. Se puede pedir más?