
Poner todos esos ingredientes de la imagen listos en esa bandeja me ha llevado unos diez minutos. Rápido y fácil. Entre lavarlos, cortalos, disponerlos, ponerle sal y un chorro de aceite de oliva no es que se tarde mucho, no es rocket science. He tenido que esperar eso sí otros minutos a que el horno se calentara para meterlos. Y unos 20 minutos más en que se hagan. No es mucho tiempo en total, y sale algo rico y además sano. Ni receta hace falta.
La cosa es que esa preparación sólo es el 25 % de esa comida/cena. Además de eso he preparado alguna proteína, quizás algún carbohidrato, que por simple que sea no me toma menos de 25-30 minutos preparar. Otra vez, contando que se organice uno bien y vayas haciendo cosas en paralelo pues en total tendrás comida lista y puesta en la mesa en unos 45 minutos como mucho. Easy peasy.
Ahora multipliquemos ese esfuerzo por 2 veces al día, 7 días a la semana y obtendremos la respuesta del por qué mucha gente no cocina, al menos rutinariamente. No he incluido en esa preparación tan sencilla el esfuerzo mental de pensar el plato, por supuesto comprar los ingredientes y además tener en cuenta qué has comido o cenado antes o después para no repetirte y aburrir a los paladares. Que exagero, pensarán? Dramatizo? Quizás. Dicho sea de paso que hablo de preparaciones ultra sencillas, de las que menos tiempo toman.
Lo cierto es que entre el ritual y la rutina de cocinar la línea es muy fina. A los que nos gusta cocinar intentamos que siempre sea un ritual, pues se disfruta más, las cosas van saliendo solas y es como una danza perfecta entre los ingredientes, las cazuelas y tú. Fluye todo en la cocina y ni cuenta te das. Una gozada. Pero no siempre es así.
No siempre hay tiempo para dedicarle a un sofrito los 30 minutos o más que se merece, o a una cebolla la cocción perfecta que necesita para que luego en el paladar no salgan esas notas de sabor que nadie más distingue pero tu sí, y que te jode! O disfrutar del chup chup de algún guiso cuyo olor derrumba hasta la pared del vecino. Desgraciadamente no siempre se puede hacer el ejercicio mental calmado de pensar una preparación, saborearla en tu mente antes de probarla, verla dispuesta en el plato. Tampoco hay tiempo a veces para reducir esa salsa aunque sabes que con 15 minutos más en tu bolsillo te quedaría perfecta. No se puede uno dormir en los laureles ya removiendo una natilla o haciendo una bechamel, y tu vista perdida en el meneo de la cuchara y tus sentidos bobos con la textura y la cremosidad.
Yo quiero volver a los tiempos de nuestros abuelos, donde Pipo hacía su recorrido matinal de 1 hora buscando el condumio y luego llegaba y se metía en la cocina unas 2-3 horas a preparar el almuerzo. Todos los días. Era su ritual (rutina?). Yo quiero ir al supermercado sin prisas. Yo quiero poder zamparme mis libros de cocina de un tirón o ver esas series o películas de cocina o gastronomía que tanto me gustan. Yo quiero que haya menos blogs o libros en plan «cocina rápido y rico en 30 minutos» y más programas de cocina con miles de cortes por el tiempo que llevan de las preparaciones o libros al estilo del de Simone Ortega o Julia Child, sin fotos, con textos que se atropellan con miles de recetas de antaño, de toda la vida, de esas que te lleva toda una mañana preparar.
Yo quiero que la cocina vuelva a ser un ritual, que la valoremos y apreciemos, que la disfrutemos, que todo lo que gira en torno a ella nos importe, que nos interese de donde salieron esos tomates, quién los sembró o recolectó. Que cuando vayamos a un restaurante nos interese quién es el cocinero o cocinera, de dónde viene y por qué cocina así. Que cuando invitemos a amigos no se traigan cosas del supermercado, que nos juntemos a cocinar, a preparar, que nos ensuciemos las manos todos.
Me pellizco a mí misma y salgo de mi letargo, me pilla tarde para recoger mi compra online, vuelvo al presente y el viaje a casa de mis abuelos termina por la aplastante realidad. Pienso en el robot que vi el otro dia en un restaurante de mi ciudad haciendo de mozo. Flipo y me hago creer que no que no es cierto y que eso es temporal. Prefiero pensar que es fin de semana y que hoy sí voy a tener tiempo de hacer esa masa para pizza que llevo días pensando. Hoy las bacterias de la levadura si tendrán el chance de hacer crecer la masa y yo la suerte de preparar esa salsa de tomates casera. Hoy viajaremos al pasado.
Cuando sea grande quiero ser como tú. Por ahora que soy «chiquitica» la cocina es una rutina.
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No seas boba, si para mi también lo está siendo, pero a veces me desquito
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Un deleite de los sentidos oler tu cocina en tus escritos y viajar contigo a esos lugares habituales de los que pudimos vivir tiempos más lentos y pausados. He disfrutado una vez más y hasta sentí el pellizco que te diste. ¡Chapó!
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Gracias Osvy
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Es cierto todo lo que dices, pero, lamentablemente, en tiempos, se vive muy de prisa y se ha quedado un poco atrás, todo ese encanto del arte culinario. Me hiciste recordar la cocina de la abuela cuando era pequeña. Excelente.
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Muchas gracias por tu comentario. El solo hecho de haberte traído ese recuerdo me hace muy feliz😘
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