Empezaba a llover en Cuba y al poco rato alguien exclamaba emocionado: – ay que ganas de comer sopa! Los 30 y tantos grados daban lo mismo.
En todos los países que he estado se asocia la lluvia con algún tipo de plato. Y tiene sentido, el clima, también define lo que comemos. Los que tienen la suerte de tener las cuatro estaciones bien definidas bien que lo saben. En verano: ensaladas, frutas, verduras. En otoño: calabazas, setas, castañas, trufas. En invierno: cocidos, potajes, cremas, sopas, carnes, grasas. En primavera: fresas, albaricoques, guisantes, espárragos, alcachofas, pescados.
Pero esto varía mucho en dependencia de la zona geográfica como es lógico, y por supuesto de cuán marcadas sean las estaciones del año en cada sitio.
En Chile recuerdo que cuando llovía, los chilenos se ponían como locos a querer comer sopaipillas, que es una fritura hecha a base de una masa de harina y zapallo y que pueden ser consumidas saladas o dulces (sopaipillas pasadas). Yo al principio no entendía qué tenían que ver las sopaipillas con la lluvia, pero que iba yo a entender viniendo de Cuba donde prácticamente todo el año hay solamente una estación y donde nos daba lo mismo comernos un potaje de frijoles negros con 35 grados celcius y 90% de humedad.
En España la lluvia te toca o no en mayor o menor cuantía en dependencia de la zona donde vivas. En el Mediterráneo, que fue donde me tocó vivir, la época donde más suele llover es en invierno y en otoño y en primavera es variable el clima. Pero entrando el otoño todos se armaban un plan para ir a buscar setas al campo. Todo un clásico. Y ya en pleno invierno pues de lleno a sumergirse en cremas de verduras, sopas, caldos exquisitos y potajes potentes con embutidos autóctonos.
En Bogotá, donde se supone que algún día las estaciones fueron más marcadas, pues la verdad es que al día de hoy llueve todo el año. Tú en Bogotá te levantas y aparte de lavarte los dientes, asearte, desayunar y vestirte, debes también anexar un paraguas a tu cuerpo y llevarlo donde sea que vayas aunque el día prometa bonito y haya un sol que raje las piedras. Atrévete a salir sin paraguas y verás. Allí llueve en todos los formatos, chin chin, llovizna fuerte, aguacero o tormentón. En un mismo día perfectamente puedes tener las cuatro estaciones, lo mismo te congelas que te calcinas que te empapas. Así de entretenido. Siendo así pues los ajiacos santafereños allí tienen la voz cantante durante todo el año. Y lo buenos que son cómo no!
En México DF la lluvia va por temporadas también. En Agosto se suelen mandar unos aguaceros en formato tormenta que son para enmarcar, que colapsan aún más el tráfico y que vuelven más loca aún (si cabe) la ciudad. Pero los mexicanos si algo tienen es oferta gastronómica para enfrentar tanto la lluvia como el frío. Esos atoles de buena mañana en invierno entraban fenomenal. Y la variedad de consomés, sopas y pozoles, todos con su toque picante, eran todos una delicia.
En Miami el clima es bastante igual al de La Habana, aunque yo creo que llueve más. Eso sí, al igual que en Cuba alli se puede estar cayendo el mundo ahora y a los 10 minutos o simplemente en la próxima calle se ve perfectamente hasta el sol. Así de loco es el trópico.
Amanecía un día nubladísimo en Miami y con pinta de que un buen aguacero nos iba a regalar el cielo. Y así fue. Empezó a llover de tal modo que lo primero que pensé fue: -hoy el día está para sopa Sandra, no para lo que pensabas preparar.
Y esta versión de sopa/ajiaco/guiso fue lo que a partir de la lluvia (y de lo que tenía a mano en la despensa) ese día surgió:
Sopa, ajiaco o guiso?
Ingredientes:
- -1 pechuga de pollo
- -caldo de pollo o pavo
- -1 taza de guisantes congelados
- -1 taza de maíz congelado
- -2 malangas
- -2 yucas no muy grandes
- -patatas pequeñas de guarnición (de las pequeñitas)
- -1/2 cebolla
- -2 dientes de ajo
- -1 hoja de laurel
- -pimentón de la vera
Preparación
Cuece la pechuga de pollo en abundante agua, la cebolla y los dientes de ajo. Una vez lista sácala de caldo y reserva.
Cuela el caldo y reserva.
Pela, lava y corta en trozos no muy grandes pero de semejante tamaño tanto la yuca como la malanga.
Lava las patatas de guarnición y reserva.
Con un par de tenedores (o con tus dedos) desmenuza toda la pechuga de pollo.
Pon el caldo a hervir y cuando lo haya hecho añade las yucas por una media hora o hasta que se ablanden.
Cuando falten unos 15 minutos para que la yuca esté añade la malanga y las patatas de guarnición.
Una vez cocidas añade los guisantes y el maíz congelado, la hoja de laurel y el pollo. Todo lo cual tardará unos 5 o 10 minutos más aproximadamente.
Una vez listo sirve bien caliente y espolvorea encima un poco de pimentón de la vera y acompaña con una tajadita de limón.
Tips:
-Puedes usar otro tipo de patatas. Las de Colombia por ejemplo dan un sabor buenísimo y también más color gracias a las benditas papas criollas.
-Puedes añadir calabaza también.
-El maíz puede ser en mazorca y es hasta más rico. Pero lo debes echar junto con la yuca ya que tarda más tiempo en hacerse. Además potenciará más aún tu caldo en sabor.
-Si te gusta le puedes poner un puñado de arroz. Ideal arroz redondo, Ten en cuenta que por lo general tarda unos 20 minutos en hacerse y que absorbe bastante caldo, así que calcula bien los tiempos y la cantidad de caldo y arroz si te decides a añadirlo.
El ingrediente estrella: La cebolla.
Es de los ingredientes estrellas uno de los que más destaca y de paso, y aunque parezca increíble es uno de los más difíciles de cocinar. Hallar el punto de cocción perfecto de una cebolla es tarea obligada si no quieres fallar en muchas recetas. Si se te pasa el sabor es uno, si no está bien cocida el sabor es otro. Tú verás. Hasta cortarla es toda una ciencia. Todo, absolutamente todo en una cocina empieza por una cebolla. Qué sería de un buen sofrito sin una cebolla? Cómo podríamos hacer deliciosos caldos y fondos sin una cebolla? La cebolla es un must en cualquier cocina. Aromatiza, da sabor, aporta dulzor. Lo de doña cebolla es tremendo. Lo mismo te hace llorar que te cura una quemadura. Te quemabas en las cocinas de Le Cordon Bleu y los chefs decían: pásate una cebolla. Prueba y verás si llevo razón.
Envuélvela en un papel de aluminio con un poco de aceite de oliva y quémala en una sartén. Usala en fondos y caldos de esta manera y notarás la diferencia.